Importante impulsar la cultura de donadores vivos de órganos': especialistas del Hospital Juárez

  • De acuerdo al Registro Nacional de Trasplantes, actualmente existen 21 mil 836 pacientes en lista para recibir un órgano.

Kinti Solara Carrillo Casarín nació con espina bífida, una malformación neurológica congénita que ocurre cuando la columna vertebral del bebé no se forma de manera normal. Esta condición, impidió el desarrollo completo de su vejiga, por lo que siempre padeció incontinencia urinaria, que trajo como consecuencia que, en febrero pasado, sus riñones colapsaran.
Fue diagnosticada con Insuficiencia renal crónica terminal y, por tanto, se convirtió en candidata a trasplante renal de donador vivo, pues con su precaria salud, enlistarla para una donación de órgano cadavérico, no le garantizaría sobrevivir, debido al tiempo de espera -que podrían ser meses o quizá años.
De acuerdo al Registro Nacional de Trasplantesactualmente existen 21 mil 836 pacientes en lista para recibir un órgano, de los cuales, 14 mil 163 esperan un riñón.
Apoyada por su familia, Kinti, buscó opciones en diversos hospitales, pero debido a su condición neurológica, los médicos rechazaron tratarla, hasta que su caso llegó al Doctor Andrés Bazán Borges, jefe del Servicio de Trasplantes del Hospital Juárez de México, quien, con su equipo médico interdisciplinario, sentó un precedente para el sector salud de nuestro país.
Por primera vez, se realizaría un trasplante de riñón de donador vivo a un paciente con las características de Kinti, con el objetivo de que, para el próximo mes, se le pueda implantar una endoprótesis de válvula urinaria artificial con la que podrá sentarse a orinar en una taza de baño, algo que nunca ha podido hacer en sus 18 años de vida.
El primer reto, fue encontrar un donador vivo compatible, que luego de seis voluntarios diferentes, se halló en su prima Khrishanti de 33 años.
Entrevistada en la sala de recuperación, Kinti Solara platica a Excélsior que está muy agradecida con la vida, con los médicos y en especial con su prima.
“Soy muy feliz, muy feliz. Quiero mucho a mi prima que me regaló su riñón. Tengo un riñón nuevo que me va permitir ser normal, llevar una vida normal. Antes no dormía, me levantaba cada tres horas en la noche a cambiarme la sonda, ahora ya no”.
“Ya no más hospitales, ya no más diálisis. Voy a poder seguir estudiando, voy a terminar mi carrera de Ingeniería en Comunicación, voy a viajar. Y me voy a cuidar mucho porque tengo este riñón nuevo que era de mi prima y ahora es mío y lo tengo que cuidar porque me devolvió la vida”, dice sonriente Kinti, a unas horas de ser dada de alta.
El jefe del Servicio de Trasplantes del Hospital Juárez de México, Andrés Bazán Borges, explica a este diario, que el exitoso procedimiento, inició con una primera cirugía, donde se utilizó un segmento de intestino para ampliar la vejiga.
“Ampliada la vejiga, con una insuficiencia renal crónica terminal, es decir sin que le funcionaran ambos riñones, Kinti era una candidata para un trasplante de donador vivo. Ya no podía esperar a un órgano cadavérico. El trasplante de un donador vivo acelera el procedimiento y evita que el paciente pierda la vida”.
“Es un gran paso la nueva ley que hace obligatorio donar nuestros órganos al morir, pero ahora el reto es seguir impulsando la cultura de la donación de órganos en vida. Esto fomenta la unión familiar y aumenta las posibilidades de calidad de vida del paciente, como sucedió en el caso de Kinti, donde su prima fue la donadora y le salvó la vida”, explica.
Con un procedimiento innovador, se logró la desensibilización inmunológica de la paciente para que su cuerpo no rechazara el nuevo riñón, procedimiento que estuvo a cargo del trasplantólogo del Hospital Juárez de México, René Lima Morales.
“En términos simples, borramos la memoria celular, la memoria inmunólogica de Kinti, lo cual fue un gran reto ya que ella tenía que seguir hemodializada antes del trasplante, debía estar nutrida y al mismo tiempo debíamos bloquear sus anticuerpos”.
“Su sistema inmunológico ya volvió a recuperar sus defensas, pero con la inmunosupresión que seguimos manejando no genera defensas directamente en contra del órgano, genera defensas para su vida cotidiana y ya superó la fase aguda de rechazo. Gracias al trabajo del equipo médico del Doctor Bazán y a la oportunidad de tener un donador vivo”, detalló.
Desde su recuperación, la donadora, Khrishanti Rodríguez Casarín comparte su acto de amor:
“Le doné mi riñón a mi prima Kinti porque la quiero mucho y no quería que siguiera sufriendo. Su situación era ya muy complicada”.
“Voy a poder seguir con mi vida porque me siento muy bien de salud gracias a los médicos. Con esta seguridad les digo: si están en posibilidades de donar un órgano, háganlo porque es como darle vida a otro ser humano”, señaló la arquitecta de 33 años.


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