Sor Micaela Ayans,
De la expulsión a la reconciliación.
por Sergio Manuel Ponce
Después de ser expulsadas del país por el presidente Sebastián Lerdo de
Tejada en 1874, el gobierno del Presidente Miguel Alemán Valdés reivindicó la
labor de Sor Micaela Ayans y las Hermanas de la Caridad que, con el licenciado
Urbano Fonseca y los doctores Ladislao de la Pascua y Guillermo Santa María,
fundaron el hospital de San Pablo el 23 de agosto de 1847.
Durante la Conmemoración del Primer Centenario del Hospital Juárez, en
1947, el doctor Rafael Pascasio Gamboa, entonces Secretario de Salubridad
y Asistencia, reconoció a Sor Micaela Ayans, como la primera directora de la
institución, y resaltó su presencia significativa y la labor con que cimentó el
carácter, los valores y el andamiaje de lo que representa el juarismo.
Con ello, hizo un reconocimiento a la congregación que salió de México, como
parte de una política para fortalecer el Estado laico, tras la expedición de las
Leyes de Reforma, y para reducir la influencia de la Iglesia Católica en los
asuntos civiles del país.
La salida de las Hermanas de la Caridad de México, sin cortesía ni diplomacia,
y con ellas Sor Micaela Ayans, considerada como precursora de la enfermería
en nuestro país, despertó gran controversia en un sector de la población que
calificó la decisión como un agravio, un acto de ingratitud y de insensibilidad.
Con esa determinación, 410 Hermanas de la Caridad que estaban distribuidas
en 42 casas en diferentes lugares del país, incluidas 355 hermanas mexicanas,
se trasladaron al Puerto de Veracruz, y el 17 de enero de 1875 embarcaron a
bordo del vapor “Louisiane” a Europa.
La presencia de esta congregación en México, inició 30 años antes, el 4 de
noviembre de 1844, cuando la fragata española Isis arribó al Puerto de Veracruz,
con el primer grupo de once hermanas, a instancias del doctor Manuel Andrade
y Pastor, y con el apoyo y el financiamiento de la condesa María Ana Gómez de
la Cortina Rodríguez.
Encabezadas por la superiora Sor Agustina Inza, llegaron Sor Magdalena
Latiegui; Sor Josefa Ramos, Sor Luisa Merdalet, Sor María Bautista Antía, Sor
Josefa Suárez Canel, Sor Gregoria Reta (Juana), Sor Inés Cabré.
Sor Concepción
Oronoz, Sor Martina Elía y Sor Micaela Ayans, originaria de la provincia de
Navarra, España, donde nació el 19 de abril de 1818. El 16 de octubre de 1842
ingresó a la congregación, y estaba en el Noviciado cuando fue llamada a la
expedición a México.
Durante la intervención norteamericana, mientras las tropas mexicanas
combatían al ejército estadounidense, encabezado por Winfield Scott, el 16
de agosto de 1847, el general Manuel María Lombardini, jefe del Ejército de
Oriente, puso a disposición del licenciado Urbano Fonseca, integrante de la
asamblea municipal de la Ciudad de México, el Colegio de San Pablo.
El edificio fue acondicionado y la congregación
Hermanas de la Caridad asignaron a Sor Micaela de
Ayans, Sor Concepción Oronoz, Sor Antonia Calvo y
Sor Manuela Piña, para colaborar con los primeros
médicos del hospital, Ladislao de la Pascua y
Guillermo Santa María, auxiliados con una decena
de practicantes de la Escuela Nacional de Medicina.
El 23 de agosto, el hospital de guerra atendió a los
primeros heridos de la Batalla de Padierna, luego
llegaron los combatientes heridos de Churubusco
y el Castillo de Chapultepec.
En ese periodo, la Ciudad de México contaba con
los Hospitales de Jesús, San Juan de Dios, Divino
Salvador, Hombres Dementes, San Lázaro, San
Andrés, San Hipólito y San Pedro.
A pesar de no contar con reconocimiento legal, en los años siguientes, la
congregación asumió la tarea de dar asistencia a los enfermos en los centros
de beneficencia, organizar hospitales, asilos y casas de asistencia social, así
como brindar consuelo a personas indigentes, llevándoles además de ropa,
medicinas y los recursos posibles para aliviar su situación.
UNA DECISIÓN CRUCIAL
Concluida la guerra de Reforma y la decisión del gobierno de encargarse del
cuidado, atención y mantenimiento de los hospitales, que antes estaban en
manos del clero, surgieron voces que defendieron ante el Presidente Benito
Juárez el quehacer y las tareas de las Hermanas de la Caridad.
En ese momento histórico, la congregación tomó una decisión crucial, ya
que en lugar de considerarse como una corporación religiosa, lo que hubiera
motivado su expulsión del país al promulgarse la separación de la Iglesia del
Estado, se declararon como una sociedad meramente civil, reunida con el
único objetivo de ejecutar obras de beneficencia.
Esto les permitió continuar
su labor.
Durante su estancia al frente del Hospital de San Pablo, Sor Micaela Ayans
cumplió con estricto apego a las Leyes de Reforma y continuó con la tarea que
se le había designado.
Gracias a su carácter firme, trabajo decidido y actitud
filantrópica peleó hasta el último instante de su estancia en México, por el
hospital que nació como una necesidad de guerra.
Contemporánea de Florence Nigthingale, quien es considerada la precursora
de la enfermería moderna, Sor Micaela Ayans sentó las bases de la enfermería
en México.
Además de la atención y el cuidado de los enfermos, al frente del Hospital
Municipal de San Pablo –Hospital Juárez, desarrolló actividades de dirección y
administración, y tuvo que recurrir ante diferentes instancias para la adquisición
de recursos y medicamentos, que garantizaran el funcionamiento del hospital,
siempre en la penuria económica.
Durante la Intervención francesa, de Napoleón Tercero, entre los años de 1862
y 1864, el hospital enfrentó otra emergencia nacional: De acuerdo con los
informes que fueron presentados por Joaquín García Icazbalzeta y José María
Hernández, entre los años de 1862 y 1864, con grandes carencias, el hospital
brindó atención a los heridos de ambos ejércitos.
Según dicho informe, con un personal de once Hermanas de la Caridad,
cuatro médicos, tres practicantes mayores, diez practicantes menores, ocho
sirvientes hombres y veintiocho “criadas”, de manera ininterrumpida, durante
ese período, el Hospital de San Pablo brindó atención médica a los heridos de
guerra y a 213 personas con diferentes padecimientos.
Sor Micaela Ayans, era
la Superiora del hospital.
Tras la muerte del Presidente Benito Juárez ocurrida el 18 de julio de 1872,
un día después, en el primer homenaje que se rindió al Benemérito de las
Américas, el Ayuntamiento de la Ciudad de México cambió el nombre del
Hospital Municipal de San Pablo a Hospital Juárez.
Aunque la historia menciona a diferentes médicos como directores del Hospital
de San Pablo, documentos del Archivo General de la Nación indican que
durante su permanencia en el hospital, Sor Micaela Ayans firmó documentos
como directora de la institución.
En ese periodo, las Hermanas de la Caridad atestiguaron y fueron protagonistas
en un periodo que en la medicina pública del país se conoce como la “Época
de Oro de la Cirugía en México”.
En esa época, cirujanos como Luis Hidalgo y Carpio, Francisco Montes de Oca,
José María Barceló y Villagrán, Maximiliano Galán, Ricardo Vértiz y Berruecos
y Manuel Soriano, entre otros, fueron pioneros en el desarrollo de avanzadas
técnicas quirúrgicas, y novedosos procedimientos diagnósticos y terapéuticos.
Antes de ser expulsadas en diciembre de 1874, la congregación prestaba sus
servicios en la mayor parte de los Estados de la República.
Del grupo de once hermanas que arribaron al Puerto de Veracruz 30 años
antes, habían muerto Sor Agustina Inza, Sor Concepción Oronoz, Sor Gregoria
Reta, Sor Magdalena Latiegui, Sor Inés Cabré y Sor Martina Elía.
Las únicas sobrevivientes fueron Sor Luisa Merladet, Sor María Josefa Ramos,
Sor Josefa Suárez, Sor Juana Antía, y Sor Micaela Ayans, la figura histórica más
notable de la enfermería del siglo XIX en México.
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