DE LA PARTERA EMPÍRICA A LA PROFESIONAL
Desde los albores de la humanidad, la
profesión de la partera, matrona o comadrona han tenido una alta estima y el
reconocimiento como mujeres diestras, valiosas o experimentadas, al tener a su
cargo los nacimientos que aseguraban la continuidad y supervivencia de los
clanes en que se constituyeron los primeros grupos humanos. A lo largo de la
historia, sus conocimientos fueron heredados a las diferentes civilizaciones y
culturas, según consta en documentos de los egipcios, en los registros bíblicos
del judaísmo y el cristianismo, y el helenismo que llegaron al imperio romano.
En su informe sobre
salud en el mundo en el año de 2005, la Organización Mundial de
la Salud (OMS) resaltó la importancia de la labor
de las parteras profesionales y tradicionales para evitar algunos de los
problemas que se presentan durante el parto, reducir los índices de mortalidad
materna y mejorar la salud de la madre y la persona recién nacida, sobre todo
en la zona rural, en regiones donde los servicios de atención sanitaria son insuficientes
o de difícil acceso.
Cabe hacer notar que en la actualidad,
a nivel mundial, en promedio
cada segundo cinco mujeres quedan embarazadas, lo que
equivale a más de 400 mil embarazos por día. Cada una de estas
mujeres necesita y debe tener acceso a los servicios esenciales de salud
materna durante todo su embarazo, su trabajo de parto y puerperio. La trágica,
terrible e injusta realidad, es que cerca de 300 mil mujeres y 3 millones de
recién nacidos mueren cada año en el mundo.
En México, el modelo actual de atención
obstétrica en la medicina pública es atendido en un alto porcentaje
(94%) de partos en los hospitales públicos y centros
de salud, por lo que a veces resulta insuficiente, lo cual se ha traducido en
una disminución de la calidad de la atención de las pacientes.
Aún cuando nuestro país logró disminuir
su taza de mortalidad materna en un 57.8%1 entre 1990 y 2015, no cumplió con el
compromiso de reducirla en tres cuartas partes, como fue acordado en el
marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Frente a este panorama, la
partería en México, es
una práctica tradicional
vital, y su práctica se ha atrincherado principalmente en
contextos rurales, con población indígena,
pueblos o comunidades, en donde aún sobreviven prácticas
del México antiguo, lo cual afianza creencias y protocolos distintos a los
establecidos en la atención institucional del parto,
aunado a ello, las concepciones que cada mujer embarazada y su
familia tienen, son factores ideológicos que facilitan o limitan la búsqueda
oportuna de servicios de salud.
Es de reconocerse, que
a través del tiempo, las parteras o comadronas, con sus rituales
característicos, han dado respuesta a las necesidades en los cuidados brindados
a las embarazadas en etapa de puerperio y al neonato, por lo que se han ganado
un amplio prestigio social.
La implementación del Modelo de los Servicios de Partería profesional, pretende
constituirse en un referente nacional que
refleje y ponga de manifiesto el potencial de desarrollo de la partería profesional, sumando
conocimientos, enriqueciendo la praxis
diaria con las competencias profesionales adquiridas a
través de conocimientos fundamentados basados en la enfermería basada en
evidencia.
Dicho modelo tiene como objetivo estandarizar
las herramientas, procesos y metodologías para simplificar,
normar, regular y supervisar los servicios
teniendo como meta los objetivos de desarrollo sostenible,
con el propósito de reducir la mortalidad materna.
Sin embargo, los esfuerzos para la
implementación de este modelo, sigue siendo un reto, ya que los escenarios de
experiencia clínica limitan la incorporación de las mejores prácticas
basadas en la evidencia y tienen que competir entre proveedores de salud para
valorar y atender el parto, dejando de lado lo más importante que es la
cobertura de este tipo de servicio.
Hay que subrayar que las
condiciones sociales, políticas y culturales del país, requieren rescatar a
estas mujeres diestras, valiosas o experimentadas, con el fin de contribuir en
la atención de la salud reproductiva en las regiones en donde no existe otro
recurso de atención a la salud, por lo que deberán definirse las competencias,
los escenarios y el potencial de las parteras, tanto
profesionales como tradicionales, y hacer sinergias
para promover el trabajo colaborativo entre los actores aliados de la
partería.
Con el impulso a este modelo, se
dará respuesta a las mujeres de todo el país,
que solicitan atención obstétrica oportuna con pertinencia
cultural en cualquier lugar del territorio nacional.
La inclusión de parteras profesionales
y enfermeras obstétricas en los modelos de atención en el sector salud,
coadyuvará de paso a una redistribuir los partos normales hacia el nivel
primario de salud se plantea como parte de la solución para disminuir la
mortalidad materna.
Nota por: Manuel Ponce
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